El alcalde de Santo Domingo Este, Alfredo Martinez, reculó en su empeño de su empeño que se compre un terreno «específico» para la construcción de nuevo cementerio, proyecto aprobado bajo protesta por «su mayoría» en la Sala Capitular.
Extraño, el vocero del bloque de regidores del PLD se opuso y el tema amenazaba con complicarse, pues los regidores que se oponían a la forma en que se canalizó el tema y entes de la sociedad organizada del municipio, se aprestaban a la guerra contra tan tamaña inversión, que comprometería una gran parte del presupuesto.
Algo grande debió haber pasado para que «El Cañero» diera para atrás a un proyecto «aprobado».
Ahora, y en otra torpeza sin igual, nombra «su comisión» de evaluación, desconociendo los procesos legales que deben desarrollarse para estos propósitos, que deben ser ajustados a lo que esta establecido por ley.
Ninguna comisión puede dictar órdenes por encima del Concejo de Regidores; estos, y solo estos, tienen la responsabilidad de lo que de sus decisiones derive.
Aun a sabiendas que era un «tollo» el tema del «señalado» (y bien especificado terreno), algo grande debió haber pasado para que Martinez le diera marcha atrás a tan cuantioso proyecto que se «cocinaba» desde meses antes.
Teniendo en cuenta el «culebrón» Percival, el escándalo aun sin explotar de la corrupción por sobornos de Odebrecht, sumado al increíble caso de los terrenos de los Tres Brazos, hacen pensar que el gobierno central pudiera haber «ordenado» que dieran atrás a tan tortuoso y chapucero proyecto de compra de terrenos «seleccionados», para un cementerio posiblemente innecesario, por el temor que que se convierta, eventualmente, en un descontrolado caso que haría temblar los medios y la conciencia nacional, que ya está atenta a «picotas» de este tipo.
¿Vino de «arriba» el «marcha atrás»?. Todo apunta a que si, pues no habían señales que de que el ejecutivo de la Alcaldía tuviera en cuenta cuan chapucero podría ser el camino a un objetivo con tal de alcanzarlo.